El ejercicio 2020 fue atípico. La irrupción de la pandemia de la COVID-19 y las medidas establecidas para hacerle frente, entre las que destaca el confinamiento, alteraron el reparto tradicional de los robos a lo largo del año. Durante los meses de primavera (marzo, abril y mayo) se produjeron menos robos de lo previsible por las limitaciones impuestas a la movilidad. Los delitos se concentraron en los meses previos a la pandemia (enero y febrero), la temporada veraniega y el otoño.
En términos absolutos, las provincias más pobladas son las que padecen una mayor cantidad de incidentes. Sin embargo, si el análisis se efectúa en términos relativos –es decir, si se compara la cantidad de robos cometidos con el parque total de comercios asegurados– se descubre que las provincias más propensas a presenciar este tipo de delitos se encuentran en las dos Castillas, Madrid y Andalucía.
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